Todos, en alguno momento de nuestras vidas nos hemos sentido como que no pertenecemos. A muchos, las circunstancias de la vida los han llevado a sentirse así, incluso dentro de la misma iglesia. También hay momentos de no-pertenencia espiritual, momentos en que nos sentimos tan apartados de Dios o como si Dios se hubiera completamente alejado de nosotros. ¿Realmente tenemos un hogar en Dios? ¿Verdaderamente quiere que seamos parte de su familia, con un lugar en la mesa, con una voz en la conversación?