Imagínense que hubiera una manera de recibir la gracia de Dios diariamente en nuestras vidas. ¿Cómo cambiaria eso nuestras vidas, nuestras relaciones? ¿Cómo afectaría la manera cómo nos sentimos, las decisiones que tomamos, la manera como sobrellevamos las cargas? Imagínense que encontraran una fuente inagotable de sabiduría, ánimo, corrección, esperanza y fortaleza. ¡Imagínense que tal cosa existiera!